viernes, 16 de marzo de 2012

Kant y la naturaleza del conocimiento científico


Kant y la naturaleza del conocimiento científico
Presentado en “Lechuza de Minerva” prog. Del Doctorado en Filosofía emitido por
 Radio Universidad Nacional del Nordeste
por Prof. Orlando Levy Corvalán
                                                 Prof. W. Olvano Feü

En este trabajo nos proponemos referirnos a ciertos puntos substanciales del pensamiento kantiano en relación con los fundamentos del conocimiento científico.
Si nos preguntáramos qué se entiende por ciencia, cualquiera sea la respuesta que se dé a este interrogante, tenderíamos casi siempre a concebir la ciencia, en singular, como un esfuerzo por conquistar intelectualmente la realidad de las cosas.
“El gran teórico del conocimiento de la realidad fue, en efecto, Aristóteles, en los Segundos analíticos. Y es casi constante decir que este libro constituye la teoría aristotélica de la "ciencia". Cuando, a partir del siglo XIV, se inició el auge de la Nuova Scienza y la ofensiva del pensamiento moderno contra el saber aristotélico, la metodología de esta nueva ciencia se presentó, ante todo, como una crítica de la silogística de Aristóteles, como una derogación de la ciencia aristotélica, para sustituirla por otra nueva. Pero la novedad no afectaría sino al contenido y al método, no al intento intelectual mismo. Todo parece, pues, confluir a llevarnos a la idea de que lo que el griego llamó episteme significa lo mismo que lo que nosotros llamamos ciencia, y de que la gran obra de la ciencia moderna ha consistido en mostrar la falsedad o, cuando menos, la pobreza del contenido de la presunta "ciencia" aristotélica, para dar al hombre un nuevo método en orden a este mismo intento. Variamente realizado y con resultados distintos en los diferentes momentos de su historia, la ciencia sería, pues, siempre un esfuerzo unívoco por conquistar intelectualmente la realidad de las cosas” [1]
Kant aborda el problema de trazar una línea divisoria entre la matemática y la metafísica. El método peculiar de la filosofía –por oposición al método de la matemática – era la vía analítica de la reflexión. La claridad propia de los conceptos ontológicos es la misma claridad de la vía de la abstracción; esos conceptos sólo pueden manifestarse en los mismos hechos problemáticos y como fracción integrante de ellos, revelar el modo como arribamos a su separación consciente. La filosofía no puede soltarse por el camino propio de la matemática, que se basa en seguir progresando deductivamente sustentándose en conceptos establecidos. La metafísica es incapaz de crear ninguna realidad nueva; su cometido se reduce a esclarecer e iluminar lo que la realidad de la experiencia interior nos ofrece como un todo.
En la época de Kant la física comienza a lidiar con la metafísica; ella va a tomar la función de ciencia primera. Hasta Descartes es desplazado por demasiado metafísico. Lo que está ocurriendo es que el saber comienza a ser evaluado por su rendimiento técnico.
Dice Kant en Sämtliche Werke (Obras Completas):
“El método auténtico de la metafísica coincide, en el fondo, con el introducido por Newton en la ciencia de la naturaleza y que ha dado, en ésta, resultados tan fecundos. Hay que proceder, nos dice Newton, por medio de experiencias seguras y siempre, desde luego, con ayuda de la geometría, a indagar las reglas conforme a las cuales se desarrollan en la naturaleza ciertos fenómenos. Aunque no se descubra en seguida en los cuerpos el fundamento primero de ello, podemos estar seguros, a pesar de todo, de que proceden según esta ley, y si queremos explicar los complicados sucesos de la naturaleza, no tendremos otro camino para ello que el de mostrar claramente cómo se hallan contenidos, en efecto, en estas reglas bien acreditadas” [2]

En tanto fundador del idealismo alemán, Kant limita los conocimientos científicos a lo que a éstos atañe, sin renunciar por eso a las ideas no empíricas del ámbito existencial humano. Más aún, hizo posible atestiguar espiritualmente la libertad intelectual del hombre de dos modos: por un lado, expresando críticamente la imposibilidad de verificación de los valores supremos del ser humano valiéndose de la ciencia empírica ya que la probabilidad de verificarlos eliminaba la libertad espiritual del ser humano; por otro lado, desplegando o sugiriendo críticamente la dignidad fenomenológico-trascendental determinante de todo ser humano.




[1] Zubiri, Xavier. Ciencia y realidad (En: www.valoryempresa.org/filomatic/cienciayrealidad.htm)
[2] Cfr. Cassirer: op.cit., t.II, p.543

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